En 2001, Cepsa impulsó la recuperación del estado original del paisaje, en colaboración con la Junta de Andalucía, y se comprometió a su conservación futura. Asimismo, durante estas dos décadas la compañía y su fundación han liderado numerosos trabajos de investigación, proyectos de mantenimiento y programas para fomentar su uso público, así como de divulgación y sensibilización ambiental; contribuyendo de esta forma a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 14 (vida submarina) y 15 (vida de ecosistemas terrestres).
Este espacio forma parte del Paraje Natural Lagunas de Palos y Las Madres, y cuenta con una gran riqueza de flora y fauna. Además de mamíferos, insectos, reptiles y anfibios, es un importante refugio de especies en peligro de extinción: cada año es visitado por más de 150 especies de aves, de las cuales 61 están amenazadas.
Además de favorecer la mejora de la biodiversidad, la restauración impulsada por Cepsa y la Junta de Andalucía ha supuesto el reconocimiento como Humedal de Importancia Internacional (Ramsar), Paraje Natural, Lugar de Importancia Comunitaria y se ha incorporado a la Red Natura 2000, otorgando a este espacio una proyección, no solo a nivel regional, sino también de relevancia nacional e internacional.
Este año, además de celebrar el XX aniversario de la finalización de la restauración en este mes de junio, se celebrarán en otoño unas jornadas académicas, en las que participarán personalidades institucionales, políticas, universitarias, ambientalistas y de sectores como el turismo o la agricultura.
El proyecto de remediación, conservación y sensibilización, que actualmente Fundación Cepsa lleva a cabo para preservar la biodiversidad de este espacio, se enmarca en la estrategia ESG de la compañía y en su compromiso con el medio ambiente y la Agenda 2030.
Un proyecto de restauración global
La restauración planteada por Cepsa en 2001 no buscaba ser una simple limpieza del terreno, sino que abordaba una triple perspectiva que permitiera la futura conservación del entorno, a través de la recuperación ecológica, la restauración paisajística y la sensibilización ambiental.
En el aspecto ecológico se priorizó la recuperación de áreas inundables de carácter somero, que se habían reducido de forma muy significativa en las últimas décadas y que resultan esenciales para la reproducción de numerosas aves acuáticas.
En paralelo, Cepsa también trabajó en la recuperación del bosque litoral, que juega un papel fundamental en la cría y refugio de la fauna autóctona, así como en la limitación de los procesos erosivos y de colmatación de la laguna. Para lograr este objetivo de restauración, se emplearon hasta 98 especies autóctonas, de las cuales muchas ya no se podían encontrar en la zona. Además, todo este proceso ayudó en la conservación y reintroducción en su hábitat de 17 especies de flora amenazada que se habían conservado en viveros durante los últimos años.
En lo que respecta a la calidad paisajística, el proyecto también garantizó una mejora, especialmente debido a la situación geográfica de la laguna, completamente inmersa en un territorio con una creciente presencia de actividad humana. Para lograrlo, la compañía modificó la topografía y creó estudiadas pantallas vegetales que aíslan este enclave de las infraestructuras de su entorno, favoreciendo la intimidad y tranquilidad de las especies que la habitan y también de los visitantes.
Por último, uno de los objetivos prioritarios de Cepsa era que esta restauración sirviese también como lugar de sensibilización ambiental. Así, tras crear un itinerario botánico, varios observatorios para la avifauna recreando la arquitectura tradicional o instalar cartelería interpretativa entre otras medidas, la compañía y su fundación han promovido la visita de más de 90.000 personas a través de diferentes programas.