Uno de cada cuatro niños tiene algún defecto visual sin diagnosticar. Es una de las conclusiones a las que ha llegado un grupo de expertos en Oftalmología Infantil del Hospital La Arruzafa después de llevar a cabo revisiones médicas a cuatro mil menores de entre tres y cuatro años durante la última década.
Según señala el especialista Diego Torres, una sintomatología del tipo “dolores de cabeza, fruncir el ceño, tropiezos, girar lateralmente la cabeza, seguirlos renglones con el dedo, acercarse mucho al papel o a la pantalla, guiñar los ojos o taparse uno de ellos” son algunas de las señales que deben advertir los padres y que se muestran como posibles manifestaciones de un problema de visión.
El doctor Torres, que junto a su equipo ha deducido dicha realidad después de la labor desempleñada de manera altruista por la Fundación La Arruzafa con jóvenes pertenecientes a siete colegios cordobeses, recomienda realizar la primera revisión “a los tres o cuatro años” dado que en ese margen de edad la visión “aún esta en crecimiento y las causas de pérdida de visión productoras del ojo vago ya están presentes. De esta manera, pueden ser tratadas a tiempo”. Si por el contrario los posibles defectos no se diagnostican antes de los ocho años, las causas tendrán un “difícil tratamiento”.
En esta línea, el especialista señala que “muchos de los defectos visuales pueden pasar inadvertidos para los padres y pediatras que no anden tras su pista”. Así, concreta que el estudio y la valoración clínica de todos los aspectos funcionales del órgano de la visión “es competencia tanto del oftalmólogo como del pediatra, este último, sobretodo, en las edades más tempranas”, una circunstancia entendida como “trascendental” en el tratamiento y detección precoz porque “algunos defectos visuales únicamente son reversibles durante los primeros años de la infancia”.
Fuente: Fundación La Arruzafa.