Antonio Romero Sanchiz fue uno de esos amigos que forma parte de Cudeca desde sus comienzos,
acompañando y aconsejando desde su visión de emprendedor de éxito. Lo conocimos cuando, en 1991, Antonio
acababa de quedarse viudo con 3 hijos pequeños. Su esposa había fallecido de cáncer y cuando leyó en un
periódico inglés que una señora británica quería poner en marcha un Hospice, sintió la necesidad de contactar
con ella, en primer lugar buscando ayuda, pero también desde la curiosidad por saber más de aquel retador
proyecto. En el momento que conoció a Joan Hunt, se hizo parte del proyecto. Todo lo que desde Cudeca
pudimos darle, nos lo devolvió con creces con buenas recomendaciones, valiosas para guiar el crecimiento de
una organización tan compleja. Él era especialista en marketing y comunicación, era un empresario con largos
años de experiencia, muy innovador y siempre interesado en nuevos retos.
A principios de 2020, también a él le tocó un diagnóstico duro, rápido, que desembocó a los pocos meses, en su
partida. Cudeca tuvo la oportunidad también, el privilegio, de poder acompañarle y ayudarle. Tanto en su casa
en Benalmádena, como en nuestra Unidad de Hospitalización.
Uno de sus últimos deseos fue donar a Cudeca una importante suma económica, que sus hijos materializaron al
poco tiempo, incluso incrementando lo que su padre tuvo en mente. Generosidad sobre generosidad. Antonio
también nos hizo mucho hincapié en que difundiéramos este gesto, no por él, sino por Cudeca, para intentar
que otros pudieran, desde la filantropía, desde la corresponsabilidad de la sociedad con los que sufren, dar el
paso y ayudar.