Para este nuevo curso, tras la pandemia, el docente aboga por una apuesta de todos los agentes implicados para hacer posible que lo conseguido en la implantación de avances tecnológicos en el sector educativo se mantenga en el tiempo
El curso 2021/2022 acaba de arrancar y, si algo agradecen tanto alumnos como profesores, es la relativa normalidad con la que se viene desarrollando todo. En el Centro de Estudios Universitarios Cardenal Spínola CEU se ha recuperado la presencialidad, pero todos los avances que se hicieron el año pasado relativos a la enseñanza a distancia se mantienen, ya que si alguna lección se ha podido extraer de lo vivido es la necesidad de contar con recursos suficientes para afrontar situaciones sobrevenidas como fue la pandemia.
Además, tal y como recuerdan las autoridades, se trata de una salida gradual de la situación, en la que aún se pide a la sociedad precaución y el mantenimiento de ciertas normas de seguridad para evitar mayores riesgos.
Y es que, las nuevas tecnologías demostraron su importancia especialmente durante el confinamiento, haciendo posible el seguimiento de las clases desde casa. Ahora, siguen siendo útiles para casos concretos, como puede ser la situación de un alumno que dé positivo o haya mantenido contacto con alguna persona contagiada y tenga que guardar cuarentena.
La normalidad tras la pandemia
Pero ¿cómo evolucionará el sector educativo tras la pandemia? El profesor Francisco Pérez, docente de Cardenal Spínola CEU y especialista en tecnologías digitales aplicadas a las competencias del educador, reflexiona al respecto, afirmando que “aumentará el aprendizaje híbrido o semipresencial. Deben aprovecharse las nuevas posibilidades que han surgido, sobre todo, con un nuevo tipo de alumno que ha visto las potencialidades de la semipresencialidad y ha encontrado en ella una manera de compaginar estudios con otras tareas personales o profesionales. Desde el punto de vista pedagógico, la semipresencialidad ofrece muchas posibilidades, pero como siempre, depende mucho de su diseño metodológico y del tipo de estudiante”.
Francisco Pérez se pregunta ¿se mantendrá el espíritu de innovación más allá de la situación de emergencia? “Si queremos que sea sostenible en el tiempo, que sea eficaz en términos de aprendizaje más profundos y continuados, debemos crear las infraestructuras organizativas y condiciones que la propicien. La experiencia nos alerta de que mucho del entusiasmo inicial tiende a diluirse con el fragor de la contienda del día a día. La innovación debe ser colectiva, institucional, o no será”.
Ante esta realidad, asegura que “los programas de formación del profesorado multidisciplinares son esenciales. El proyecto de Embajadores Digitales puesto en marcha en Cardenal Spínola CEU ha tenido un gran impacto y un nivel de aceptación muy alto entre los docentes. A diferencia de otro tipo de formación, esta es más horizontal, entre iguales, más cercana a las peculiaridades de cada grado y, por tanto, más eficaz. Aunque ahora se haya tratado fundamentalmente de “ayudas de emergencias”, las instituciones deben estar atentas y poner los recursos necesarios para fomentar el desarrollo profesional docente. La inversión en capital humano es, sin duda, la más rentable”.
Desigualdades digitales y espacios adaptados
Por otro lado, al respecto de las desigualdades digitales puestas de manifiesto durante estos meses, considera que hay que estar atentos y hacer lo posible por evitarlas.
“Hemos encontrado estudiantes con conexiones deficientes, familias que comparten unos pocos dispositivos donde compaginar necesidades de los hijos y los padres… A veces, estas carencias no se manifiestan o los estudiantes no la comunican, pero están ahí y afectan a la igualdad de oportunidades”, afirma.
Igualmente, señala que “es importante diseñar asignaturas con evaluaciones más flexibles que se adapten a circunstancias variables. Las modalidades de evaluación enfocadas a la mera memorización deben dar paso a otras posibilidades, más cercanas a la evaluación de competencias y a la evaluación continua”. Otro aspecto por desarrollar es el hecho de usar recursos educativos abiertos (REA), colaborar y compartir recursos en red es una práctica más sostenible, diversa y rica en puntos de vista y enfoques”, recalca el docente.
En cuestión de espacio, también introduciría algunos cambios tras la experiencia vivida durante la pandemia y la vuelta a clase. “Necesitamos reconfigurar los espacios educativos, para que sean más dinámicos y flexibles. El objetivo es que logren adaptarse a las necesidades pedagógicas del siglo XXI: espacios flexibles, con mobiliario que permita distintas configuraciones de aula -para exposiciones, para trabajo colaborativo, para debates, para experimentar en talleres…-, conectados a la red mediante dispositivos móviles, etc.
Las situaciones vividas por profesores y estudiantes han sido inéditas, para concluir afirma que “ante esta nueva realidad, necesitamos nuevas herramientas como las analíticas de aprendizaje o Big Data para obtener información, analizar y aprender cómo actuar de manera más eficaz”.