Según escribe en el catálogo el responsable de esta muestra, el pintor y coleccionista Pablo Sycet Torres,“la aventura vital de Juan Ramón Jiménez y su reflejo en el desarrollo de su incansable actividad literaria durante los 35 años que separan dos de sus libros capitales, ‘Platero y yo’ (1914) y ‘Animal de fondo’ (1949), lleva a extremos diametralmente opuestos su concepción lírica del mundo y de la literatura: la prosa poética de primera época que arropa al borrico “pequeño, peludo y suave” durante sus andanzas moguereñas -y que le supuso su mayor éxito popular- está en las antípodas del lenguaje y de las altas aspiraciones formales y metafísicas de ‘Animal de fondo’, que es la obra capital de su última etapa, ya de plena madurez y en la antesala de la concesión del Premio Nobel de Literatura en 1956.
Si en ‘Piedra y cielo’ (1919) el tema central era ya la creación -la poesía como flujo central de su pensamiento, el poema como objeto artístico, y la figura del poeta como un dios creador de un universo concebido a su medida- en ‘Animal de fondo’, que es un libro gestado en el exilio con ansias de dar una vuelta de tuerca más a su proceso de creación, el poeta busca a Dios como si fuera su única razón de vivir, pese a que ese dios no es una divinidad externa al poeta, sino que se halla en él y se encarna en su obra, porque ese dios al que se refiere es causa y fin de la belleza pura.
Que en esas dos obras capitales de JRJ tenga un papel tan determinante la presencia de lo animal, de manera tan mágica en sus cavilaciones sobre el Platero de sus años de juventud y, ya en el cenit de su expresión poética, como contraposición humana a la encarnación divina, es la razón que ha determinado el contenido argumental de esta muestra que, a un año de cumplirse el 70 aniversario de la primera edición de ‘Animal de fondo’, se plantea, a modo de homenaje al poeta moguereño, una exposición homónima que recoge una amplia selección de pinturas, dibujos, fotografías y esculturas en las que la imagen del animal es determinante tanto en el fondo como en sus formas.
Alrededor de un ejemplar de la primera edición de ‘Animal de fondo’ (Pleamar. Buenos Aires, 1949) y del retrato de JRJ realizado en 1.916 por Daniel Vázquez Díaz, que funcionan como punto de partida para el discurso expositivo, se configura y expande todo un universo animal representado por obras de distintas épocas, técnicas y soportes, que nos ilustran visualmente sobre la nutrida presencia de imágenes animales en una colección particular como la atesorada a lo largo del último medio siglo por Pablo Sycet, en proceso de donación a la Fundación Olontia, que por la selección de las obras presentada va más allá en su intención de vincularla con lo mucho que de instintivo e irracional tiene buena parte del arte contemporáneo.
Tan sólo hay que echar la vista atrás, hasta nuestros orígenes más ancestrales, y rastrear en las primeras manifestaciones artísticas de la especie humana para constatar que en todas las pinturas rupestres encontradas en las más diversas latitudes es la figura del animal la única protagonista de aquellas cosmogonías creadas al amparo del fuego, junto con las de los propios cazadores que luego dejaban su impronta en las paredes de las cuevas como una manera directa de dejar testimonio de sus actividades cotidianas, pero también con un evidente deseo de trascender en el tiempo.
De hecho, y siguiendo adelante, basta con hacer un somero repaso del desarrollo de las distintas civilizaciones para llegar a la conclusión de que tan sólo la figura humana tiene más presencia que la del animal en la historia del arte, antes incluso de que la noción de perspectiva y del paisaje como género se incorporan al relato artístico, tanto durante todos los siglos en los que los Reyes, la Iglesia y la nobleza determinaron el trabajo de los artistas y definieron los recursos iconográficos, como con la irrupción de las vanguardias históricas y lo que luego ha sido el devenir del arte contemporáneo hasta nuestros días.
Por lo demás, el amplio y diverso contenido de esta exposición transita por varias generaciones de autores, ya que alcanza desde Picasso -nacido en 1.881, como el propio JRJ-, Miró y Dalí, o el mexicano José Guadalupe Posada, hasta llegar a obras de artistas emergentes como Yeray González y Elisa Ancori, además de Eduardo Arroyo, Guillermo Pérez Villalta, Ismael González de la Serna, Cristián Domecq, Carlos Franco, Pilar Insertis, Javier Mariscal, Elmyr D´Hory, Miquel Barceló, Lorenzo Caprile, Carlos Franco, y Julio Juste, entre otros.