El proyecto intervendrá en doce comunidades indígenas del Valle de Cusco, en la sierra altoandina de Perú. Las familias en estas comunidades viven en deficientes condiciones de habitabilidad y salubridad sin acceder a una alimentación saludable.
La vivienda rural está mayoritariamente dispersa sobre los cerros y montañas que rodean el valle, siguiendo patrones de asentamiento ancestrales. Un 96% de las viviendas son de adobe, construidas sin conocimiento ni asistencia técnica, siendo altamente vulnerables ante posibles sismos o lluvias intensas, y un 90% están hacinadas por la cohabitación de la familia con animales menores y herramientas e insumos agrícolas.
La totalidad de las viviendas son deficitarias en servicios de acceso a agua segura y desagüe, convirtiéndose en focos de contaminación que ponen en riesgo permanente la salud pública, siendo los niños menores de cinco años los más vulnerables frente a las enfermedades a causa del deficiente saneamiento básico, la acumulación de basura y los incorrectos hábitos de higiene familiar.
Según reportes de la Dirección Regional de Salud en la provincia de Cusco el 12,08% de la infancia menor de 5 años presenta desnutrición crónica infantil y el 71,06% padece anemia infantil, aumentando aún más en las comunidades alto andinas.
A partir de los estudios y diagnósticos realizados participativamente con la población, se ha identificado como problema central la vulneración de derechos de mujeres y hombres al acceso a una vivienda digna productiva y alimentación saludable, siendo las principales causas:
– Las inequidades en las relaciones de género en el hogar por la sobrecarga de labores reproductivas y productivas en la mujer, influencia de modelos culturales que fomentan el machismo, la exclusión y el desconocimiento de los derechos de mujeres y hombres.
– Las deficientes condiciones de habitabilidad y salubridad en la vivienda y su entorno, sumado a las incorrectas prácticas de salud e higiene personal y familiar, consumo de agua no segura, entre otros.
– Las inadecuadas condiciones en el acceso y la disponibilidad de alimentos debido a la deficiente infraestructura productiva para el desarrollo de actividades agropecuarias, el incremento de prácticas negativas en el ambiente, la pérdida del conocimiento y tecnologías ancestrales en actividades agropecuarias, los inadecuados espacios de intercambio de productos e inadecuados hábitos alimenticios.
– La limitada participación de mujeres y hombres en espacios de toma de decisiones y acciones de incidencia
en políticas públicas de vivienda rural, promoción de la salud y acceso a la alimentación saludable, que restringen las capacidades para exigir y demandar sus derechos frente a la ausencia de políticas reales en apoyo a la población rural.
Toda esta problemática incrementa las brechas socio económicas y políticas entre la población urbana y rural de las comunidades indígenas del Valle de Cusco, agudizándose la violencia en las relaciones de género, la prevalencia de las enfermedades en la niñez, las mujeres y la población en general, con escaso ejercicio de la ciudadanía frente a políticas de vivienda rural excluyentes y carentes de un cariz de justicia social y compromiso real con el desarrollo y sostenibilidad.
Con esta intervención se contribuirá a mejorar la habitabilidad de las viviendas incorporando el uso de energías renovables e infraestructura agropecuaria conducida por mujeres indígenas, logrado así su mayor autonomía y empoderamiento socio económico en paralelo con la práctica de medidas compensatorias en el ámbito doméstico, posibilitando que sus familias accedan a una alimentación balanceada a partir de su producción agropecuaria local diversificada.