Tras más de dos años, el proyecto ‘Somos Micaelas’ de la Fundación Madre Coraje y APRODEH, inspirado en la figura y valentía de Micaela Bastidas, heroína de la independencia peruana, ha concluido su misión de fortalecer los derechos de las mujeres y prevenir la violencia de género en el sur andino de Perú, en la provincia de Apurímac, implicando a más de 30.000 personas y reduciendo en un 6% los índices de violencia. Este proyecto ha contado con la financiación de la Agencia Andaluza de Cooperación y Diputación de Granada.
Logros e impactos
Se ha consolidado una red de organizaciones diversas defensoras de la igualdad de género que cuestionan la cultura patriarcal y sus manifestaciones violentas promoviendo, a su vez, el Buen Vivir Andino. Se promovieron escuelas para la prevención de la violencia sexual entre adolescentes y en comunidades campesinas, beneficiando a más de 700 mujeres. Por otra parte, se ha trabajado con instituciones estatales para mejorar la implementación de políticas de género, incluyendo la protección contra el feminicidio y la capacitación de docentes y personal de salud.
“Gracias a este proyecto se han litigado 14 demandas judiciales por violencia de género, con énfasis en casos de niñas y adolescentes sobrevivientes de violencia sexual y maternidad forzada, impulsando además procesos de sanación como forma de justicia comunitaria”, explica Jaime Pineda, Responsable de Cooperación Internacional de Madre Coraje. “Se han realizado campañas de sensibilización para desmontar estereotipos y promover el respeto a la diversidad sexual, el derecho a la participación política y el empoderamiento económico de las mujeres, llegando a más de 250.000 personas desde diversos medios”, añade.
‘Somos Micaelas’ ha conseguido que haya mayor rechazo a la violencia contra las mujeres en la sociedad apurimeña, con una disminución en los índices de violencia del 73% en 2022 al 67% en 2024. Se han obtenido sentencias favorables y se han impulsado acciones administrativas que sientan precedentes para el acceso a la justicia.
“Este proyecto deja un legado de empoderamiento y organización colectiva, reflejado en un tejido social feminista y diverso que continúa alzando su voz. Los avances logrados en educación, políticas públicas y acceso a la justicia son testimonio del impacto positivo en la región”, concluye Pineda.
El éxito del proyecto ha sido posible gracias a la colaboración con organizaciones sociales, instituciones estatales y otras ONGs, demostrando el poder de la acción conjunta para transformar la realidad.