Alrededor de 5.900 mujeres y 5.800 hombres participan desde marzo en el proyecto ‘Mujeres organizadas’ que la ONG para el Desarrollo Madre Coraje y la entidad peruana Salud Sin Límites han puesto en marcha con la financiación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo en la provincia de Angaraes, en Perú.

“Las mujeres de esta zona andina están superando poco a poco la exclusión que históricamente cargan sobre sus hombros, pero aún persisten muchas barreras que les impiden un ejercicio pleno de sus derechos. Las labores que afrontan en el ámbito familiar y productivo, la violencia familiar y de género, así como la poca participación política y su dependencia económica, son parte de los retos que tienen que afrontar y superar”, explica José Coronado, técnico de Madre Coraje Perú. El proyecto contará de cerca con las organizaciones de mujeres e incluye la participación de los hombres y de todo el entorno familiar, así como el trabajo con los gobiernos locales y regionales, además de instituciones jurídicas y públicas.

Los últimos datos en cuanto a violencia de género en el país son muy preocupantes: 7 de cada 10 peruanas han sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja. Cada 20 minutos, se registra 1 denuncia de violencia sexual. Cada mes, se registra un promedio de 10 feminicidios. La violencia contra la mujer no sólo destruye vidas, también afecta seriamente al progreso del país: se estima en 6700 millones de dólares anuales las pérdidas por esa violencia en el Perú. Son necesarios programas para la sensibilización de la ciudadanía como la reciente campaña #AsíNoJuegaPerú con motivo de la participación en el Mundial de Fútbol.

Este proyecto pretende contribuir a que la normativa aplicable aprobada por el Estado se cumpla; la realidad es que no existen medios ni capacidad en las instituciones de Angaraes. Los procesos de capacitación facilitarán a las mujeres el reconocimiento de sus derechos y herramientas para denunciar. Se impulsarán redes multisectoriales en los gobiernos locales para la prevención y erradicación de la violencia, en un trabajo articulado y multisectorial con las instancias públicas, sociedad civil y población. El trabajo con los jueces de paz, líderes, y hombres de las comunidades rurales dará lugar a varones más reflexivos y conscientes de su nueva masculinidad dejando de lado los roles tradicionales y hegemónicos de los varones.