Las casi noventa obras de esta exposición conforman un relato sin normas, subjetivo e incitante para la mente y los instintos, con el que invitamos a recorrer más de un siglo de desnudos muy diversos en el arte español.

En un país sin tradición histórica en un género artístico que en otros lugares fue central para los creadores, la representación del individuo al natural nace realmente con la modernidad, a finales del siglo XIX y sobre todo en el primer tercio del XX, como una insurrección contra el ideal académico y como un desvelamiento progresivo del cuerpo. El desnudo transitó así de un canon pretendidamente universal de perfección física, con el que los antiguos griegos habían dado forma humana a los dioses y que la Academia normativizó durante siglos como sinónimo de belleza, al retrato vanguardista de la diversidad física de una humanidad en absoluto idílica. El decoro, los prejuicios morales y sociales y la aparente neutralidad de la mirada meramente artística de temas casi exclusivamente mitológicos o históricos fueron reemplazados por interpretaciones desprejuiciadas y provocadoras, por una verdadera desnudez del desnudo.

La libertad para rebelarse contra siglos de desnudos pudorosos y académicos, de ver más allá de la sola anatomía del cuerpo, desencadenó, en definitiva, entre los movimientos de renovación y vanguardia españoles –especialmente en los años veinte y treinta– un imparable cambio de paradigma en el que lo carnal se impuso a lo ideal y que destapó las posibilidades más interesantes y excitantes del desnudo. El cuerpo contemporáneo se convirtió entonces en un fértil territorio artístico de exploración y autoconocimiento.

Apenas iniciado ese camino de experimentación formal y expresiva, el desnudo moderno regresó, sin embargo, a los estigmas decimonónicos durante buena parte de la dictadura franquista, coartado por la censura del régimen, refugiado en las exposiciones oficiales de lenguajes otra vez académicos, provocador desde los márgenes y el exilio, o camuflado en formas abstractas.

Seres perfectos frente a cuerpos fragmentados, desnudos vinculados a un tema o sin excusas; miradas masculinas confrontadas por empoderados cuerpos de mujer; modelos vivos y maniquíes perturbadores; figurativos o deconstruidos; jóvenes y ancianos; masculinos, femeninos y ambiguos; expuestos u observados sin permiso… el repertorio que muestra la exposición, desde Sorolla y el primer Picasso hasta Saura y un Miró tardío, es multiforme y muy amplio. Y, sin embargo, esta es sólo una de las muchas historias posibles del desnudo.

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